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La frescura del huevo

 DERRIBANDO MITOS 

Cuántas veces hemos oído decir referente a la frescura de un huevo: 

“Puse el huevo en un vaso con agua y flotaba, estaba malo” 

o aquello de: 

“Se extendía tanto la clara del huevo que tuve que tirarlo “ 

Y por qué no decir: 

“Salió una mancha negra que parecía un embrión “ 

Mitos, mitos y más mitos. 

El huevo goza de un caparazón protector a modo de cáscara pero recordemos que ésta es un material poroso y permeable con lo cual susceptible de ser penetrado y por tanto alterado en sus condiciones internas. 

Las gallinas cuando cumplen su etapa de madurez sus puestas gozan de un calibre alto, más de 73 gramos por huevo pero por el contrario presentan una dureza 

poco resistente o muy baja con lo cual susceptible de absorber la humedad de la nevera y alterar su flora interna. 

Todo ello incide en el momento de depositar el huevo en un vaso con agua y le impide sumergirse y le ayuda a mantenerse en la superficie del vaso con lo cual la prueba de frescura está adulterada. 

En el caso de la mancha negra sucede en el huevo moreno y no en todos; resumiendo, diremos que obedece a una cuestión meramente genética sin tener ninguna relación directa con la frescura del huevo. 

Algo parecido ocurre con la espesura de la clara del huevo. 

El huevo de calibre alto XL presenta una morfología poco densa y extendida debido a su alto contenido en agua pero ello no afecta a su grado de frescura en absoluto. 

Vamos al grano: 

La verdadera prueba de frescura del huevo la contrastamos observando la cámara de aire del interior del huevo. En torno a la cabeza del huevo se forma una película apenas perceptible al trasluz, de forma circular que crece con los días de puesta del huevo. Es decir, cuanto más fresco es el huevo menor es el diámetro de la cámara de aire del mismo. 

Ésta cámara la observaremos poniendo el huevo cerca de un punto de luz. 

Tampoco es necesario estar poniendo los huevos cerca de un punto de luz cada vez que nos apetezca comer un huevo, no hay que obsesionarse, simplemente echar el huevo en un platito antes de consumirlo y comprobar la entereza de la yema, la densidad de la misma y de la clara también y ver cómo ambos forman un cuerpo relativamente homogéneo. 

Por último, decir que la fecha de consumo es preferente no de caducidad, con lo cual consumamos los huevos pasados de fecha unos días sin miedo ninguno ya que lo que la fecha está indicando es consumamos los huevos ya sin procrastinar en el intento. 

Buen provecho y disfrutad del placer de degustar un huevo bien sea frito, pasado por agua, revuelto o en tortilla. 

Y pensad qué otro bien de consumo nos cuesta menos y nos satisface más que la ingesta de un huevo. 

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